Cuando tienes un hijo con un diagnóstico complejo como el síndrome de Berdon, cada decisión sobre su cuidado y alimentación se vuelve aún más importante. Las dieta antiinflamatorias, centradas en alimentos naturales y sin procesar, se han convertido en una alternativa atractiva para muchas familias que buscan reducir la inflamación, mejorar la digestión y apoyar el sistema inmunológico de forma más limpia y controlada.
En este artículo, te comparto por qué estas dietas puede ser una opción valiosa, especialmente para madres que, como yo, buscan acompañar con amor y conciencia el camino nutricional de sus hijos.
«Esta es nuestra experiencia, no es una opinión médica».
Desde que comenzamos a explorar alternativas naturales para apoyar la digestión, reducir la inflamación y fortalecer el cuerpo de nuestra hija, descubrimos las dietas anti inflamatorias. Y no fue una moda, ni una decisión rápida. Fue el resultado de ayuda profesional, además de investigar, probar y escuchar a su cuerpito con paciencia, bueno, mas bien con desesperación.
¿Cómo pasamos...
de esto

a esto?

Nuestra experiencia
Nuestros hijos enfrentan muchos retos digestivos: intestinos sensibles, infecciones frecuentes, uso de antibióticos, TPN, sondas o dificultades para comer por boca. Todo esto puede alterar su microbiota intestinal y generar inflamación. Una dieta suave, natural y consciente puede:
Disminuir gases, dolor y distensión abdominal
Mejorar la absorción de nutrientes
Apoyar el sistema inmunológico
Regular mejor el tránsito intestinal
Una búsqueda desesperada
No siempre ha sido fácil, pero ha valido la pena. Hoy, esta forma de alimentarnos también nos ha unido como familia. Aprendimos a leer etiquetas, a cocinar juntos y a valorar cada ingrediente que ponemos sobre la mesa.
Principios clave de una dieta antiinflamatoria
Alimentos que favorecen la salud
Verduras cocidas (según tolerancia del niño, evitar las que producen gas)
Frutas bajas en azúcar (arándanos, manzana cocida)
Grasas saludables (aceite de oliva, aguacate, aceite de coco)
Caldos de hueso
Pescados ricos en omega 3
Harinas suaves como la de yuca, plátano o coco
Suplementos suaves: probióticos, cúrcuma (bajo supervisión médica)
Alimentos que podrían causar inflamación
- Azúcar refinada y jarabes
- Lácteos (especialmente leche de vaca)
- Harinas refinadas (trigo blanco)
- Alimentos ultraprocesados
- Aceites vegetales refinados (soya, maíz)
- Colorantes, conservantes y aditivos artificiales
¿Cómo empezar en casa?
Elimina lo obvio: Evita el azúcar y los productos procesados.
Hazlo simple y casero: Cocina en casa, con pocos ingredientes.
Introduce cambios poco a poco: Un alimento nuevo cada 3-5 días.
Observa y anota: Cambios en heces, sueño, ánimo, piel.
Consulta con tu pediatra o nutricionista: Cada niño es único.
Conclusión:
Una dieta antiinflamatoria no es una cura, pero sí puede ser una herramienta de amor y acompañamiento para nuestros hijos. No se trata de hacer todo perfecto, sino de avanzar paso a paso, escuchando a sus cuerpitos y confiando en que cada ajuste que hacemos con amor, suma.
Consulta con un nutricionista o médico funcional antes de tomar decisiones radicales.