¿Qué dice la ciencia?
Las dietas antiinflamatorias han sido ampliamente estudiadas en las últimas décadas, especialmente por su efecto sobre enfermedades crónicas, el sistema inmunológico y la salud intestinal. La evidencia científica respalda que este tipo de alimentación puede:
1. Reducir la inflamación sistémica
Varios estudios muestran que ciertos alimentos aumentan o reducen los marcadores inflamatorios como la proteína C reactiva (PCR), interleucinas o TNF-alfa. Las dietas ricas en verduras, grasas saludables y antioxidantes ayudan a regular estas sustancias proinflamatorias.
Referencia: Calder, P. C. (2017). Omega-3 fatty acids and inflammatory processes. Nutrients.

2. Mejorar la salud intestinal
Una dieta antiinflamatoria puede ayudar a restaurar el equilibrio de la microbiota intestinal, reducir la permeabilidad del intestino («leaky gut») y mejorar la absorción de nutrientes, lo cual es clave para niños con diagnósticos digestivos graves.
Referencia: Tilg, H., & Moschen, A. R. (2014). Microbiota and diabetes: an evolving relationship. Gut.

3. Fortalecer el sistema inmune
Al reducir los alimentos que generan inflamación crónica, el sistema inmune trabaja de forma más eficiente. Esto es especialmente importante para niños inmunosuprimidos o con infecciones recurrentes.
Referencia: Tilg, H., & Moschen, A. R. (2014). Microbiota and diabetes: an evolving relationship. Gut.

4. Proteger el desarrollo neurológico y emocional
La inflamación crónica también se ha asociado a alteraciones en el neurodesarrollo, el sueño y el comportamiento. Disminuirla puede apoyar la regulación emocional y cognitiva, algo que muchas mamás notan al cambiar la dieta de sus hijos.
Referencia: Lopresti, A. L., et al. (2013). The effect of dietary inflammation on mental health. Brain, Behavior, and Immunity.

5. Soporte en enfermedades complejas
Aunque no hay estudios específicos aún sobre el síndrome de Berdon, la lógica médica detrás de estas dietas (reducir carga inflamatoria, apoyar el intestino, mejorar inmunidad) es aplicable y ha sido adoptada como complemento en muchas condiciones raras, autoinmunes o metabólicas.

Conclusión basada en evidencia
La dieta antiinflamatoria no reemplaza tratamientos médicos, pero sí puede ser un complemento terapéutico importante. Su implementación adecuada —siempre supervisada por profesionales— puede marcar una diferencia real en el bienestar y calidad de vida, especialmente para niños con sistemas digestivos vulnerables.